Carlos Costa: Contrabajo, pandeiro, compositor. @ccostapa
Manolo Rodríguez: Eléctrónica. @manolorodriguez.m2r
Patricia Brennan: Vibráfono. @patriciabrennan84
Tomas Fujiwara: Batería. #tomasfujiwara
3ángulo (Manolo Rodríguez, Carlos Costa)
Green Fireflies (Carlos Costa)
Impro GCM2
Sreu (Carlos Costa)
Saudade (Carlos Costa)
Gran nube de Magallanes (Carlos Costa)
Andrómeda (Carlos Costa)
Natal (Carlos Costa)
Impro GCM4
Green Fireflies
***Los títulos del disco, excepto Sreu, Saudade y Natal, pertenecen a Galaxias o Nebulosas Planetarias en las que Rebeca ha trabajado. Gracias a Antonio Mampaso por su inestimable colaboración.
Grabado en The Bunker Studio Brooklyn NY el 3 de Octubre de 2022. @bunkerstudio
Técnico de Sonido: Nolan Thies
Partes de este disco han sido grabadas también en Smiling Cow Studio, Madrid. Manzana Recording Studios, Tenerife. Jazzcampus, Basel. Alberto Méndez “Naranjita”, La Laguna
Carlos Costa: Contrabajo, pandeiro, compositor. @ccostapa
Manolo Rodríguez: Eléctrónica. @manolorodriguez.m2r
Patricia Brennan: Vibráfono. @patriciabrennan84
Tomas Fujiwara: Batería. #tomasfujiwara
Yossi Itskovich: Trombón en “Gran nube de Magallanes”, “Green Fireflies”, “Andrómeda”. @itsyostb
Luisa Machado: Voz en “Sreu”. @luisaynaranjita. Letra adaptación del poema “Em Deus, meu criador” del Padre Anchieta, por Luisa Machado y Alberto Méndez.
Ibrahima Sarr: Rap en “Gran nube de Magallanes”
Manolo Rodríguez: La palabra gracias no es lo suficientemente grande para contener tanta generosidad, profesionalidad, talento y amistad.
Tomas Fujiwara: Desde el año 2011 hemos creado una bonita amistad y conexión Nueva York-Tenerife. Mi sueño de grabar contigo, por lo increíble persona y músico que eres, ya está cumplido.
Patricia Brennan: Compartir aquel combo de Marc Ducret en el SIM 2007 marco un deseo y un camino que se ha materializado en este disco.
Luisa Machado y Alberto Méndez: ¿Como puedo agradecer tanta generosidad y talento? Es un honor para mí que estén en este proyecto y de manera tan sublime.
Yossi Itskovich: No podía faltar en este disco alguien con el que he compartido tanta música y amistad. Tu trombón y talento son mágicos.
Ibrahima Sarr: Por esa ilusión, cariño y trabajo que, desde el primer segundo, desde la primera llamada mostraste para conmigo y mi música.
A mi madre, mis hermanos y el resto de mi familia. Por la incondicionalidad…GRACIAS.
Carlos “Vagacio”, Jose “El vieja” Victor “El gordo”: Cuantas historias y vida que contar. Seguimos en amistad eterna…GRACIAS.
Bea: Nada de este trabajo hubiera sido posible sin tu amor, ánimo, fuerza y confianza…GRACIAS.
Saúl: La estrella que me guía, la razón de todo lo que tiene sentido en esta vida…GRACIAS.
Mis alumnos-as: Rumén, Adán, Raquel, Paco, Ram, Zeben, Iván, Eduardo, Rubén, Juan Ramón, Dani, Carlos (mi ángel del pandeiro). Por todo lo que he aprendido de ustedes, por su participación en la composición de elementos rítmicos de este disco y también por la amistad…GRACIAS.
Alexis Hernández: Por la amistad, la gratuidad, la generosidad, los desayunos, las charlas y los consejos…GRACIAS.
Luis Palmero: La humildad es tu grandeza de gran artista y amigo. GRACIAS.
Ángel Medina: Por tu generosidad, cariño, escucha certera, amable, sensible y profunda…GRACIAS.
Paula Quintana: Gracias amiga por este “viaje” no de estrés sino de Strasse, de cafés y de hondas conversaciones. GRACIAS.
Roseli de Oliveira: 20 no es tiempo ni espacio. Da igual que sean 20 segundos, veinte años o veinte siglos. El tiempo y el espacio son nuestro cordón umbilical…GRACIAS.
Mi agradecimiento de corazón y gracias desde lo hondo de mi ser:
Yolanda Viñas, por ser, simplemente, una persona increíble. Antonio Mampaso, por tu generosidad. Geru Coello, por los buenos momentos. David Martel, compañero y amigo de compromisos, complicidades y sueños. Equipo PARA, por ser “hogar” y por hacernos sentir acogidos con cariño, respeto personal y artístico. Leandro A. Martín, Luis Palmero y Nilo Palenzuela, por su tiempo y sensibilidad para escribir esos textos que complementan y enriquecen este proyecto. Wade Matthews, por la amistad y la generosidad en compartir. Carlos Castro Brunetto, si amigo…Río salva. Tica, por tu enorme generosidad…Flamengo campeão. Miguel Jorge (Mojo), por un mes increíble en tu casa de Río de Janeiro, por esas conversaciones, por Nilo: Scott Feiner, por la absoluta generosidad. Carlos Pérez, por mostrarme ese otro Brasil…GRACIAS.
ESTE DISCO TIENE COMO FUENTE Y MOTOR A UNA PERSONA, MUJER, ASTROFÍSICA, EXCEPCIONAL: REBECA GALERA ROSILLO.
Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.
—El mundo es eso —reveló—. Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende. (Eduardo Galeano. El libro de los abrazos.)
Como cada lunes alrededor de las 7 de la tarde escuchaba unos pasos con un sonido, un ritmo, que me resultaba familiar. Unos pasitos más cortos y una cabeza que se asomaba a la puerta con una sonrisa de esas que caben en muy pocos lugares… Así sucedía, cada lunes alrededor de las 7 de la tarde, durante al menos dos años.
Recuerdo recibir alguna foto de alguna de sus ponencias científicas en algún lugar del mundo y era impresionante la capacidad que tenía de relacionar toda su investigación científica, rigurosa, profunda, ardua, sobre las Nebulosas Planetarias, con conceptos musicales, rítmicos, artísticos, vitales. Hacía una especie de alquimia, de mistura de elementos que sin quitar ni un ápice a su rigor científico, dotaba a este discurso de una especie de melodía poética, artística…ella lo hacía posible con su increíble talento y capacidad.
Y así, entre tanto y tanto, forjamos una amistad de esas que el tiempo sin vernos, dejó intacta en su belleza y profundidad.
Yo, creo que no entendí tantas cosas que me explicaba sobre su trabajo, investigación y descubrimientos. Escuchaba, tratando de hacer una composición en mi cabeza para poder retener tanto número, observaciones, datos…Quizá me quedaron algunas vagas ideas, palabras, experiencias, datos e imágenes revoloteando por mi cabeza, por mi ser, que luego sirvieron de fuente de inspiración para lo que sucedió después…este disco… “Green Fireflies”. Que bella manera de llamar a sus Nebulosas… “Mis luciérnagas verdes” las llamaba ella.
Y ese es el título de este disco que trata de contener y ofrecer vida, anhelos, experiencias, compromiso, honestidad, reflexión, sensibilidad, procesos de trabajo y creación que han ido desarrollándose durante muchos años hasta materializarse en lo que ahora escuchas.
Fruto de la amistad, que para mí es un valor supremo, este proyecto tiene como Fuente a una persona increíble, científica, astrofísica, sensible, comprometida, alegre, vital, de esos “fueguitos que arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende”.
Nunca he sido un compositor de profesión, nunca constante, nunca sin motivos o motivaciones, nunca prolífico, nunca de estatus, nunca de título. Toda la música que he compuesto, creado, va ligada íntimamente a momentos, procesos vitales y artísticos importantes de mi vida.
Desde aquellos años de mi primer disco, “Espacios”, y de aquel magnífico proyecto, “Dos caras de la misma moneda”, mi vida artística se enfocó en la improvisación, en la búsqueda, en la experiencia de vivir, crear y compartir procesos sonoros donde importara y mucho la libertad, la responsabilidad, el mismo momento en escucha instantánea, el ahora.
Explorar mi instrumento, el contrabajo, mi imaginación, mi capacidad de escucha, mi capacidad de reflexión, mi compromiso y posicionamiento en respuesta, en diálogo con el mundo en el que vivo, que es el aquí y ahora, me hizo aprender aspectos de la música, del arte, de la vida, del mundo que respiramos, del que venimos y hacia el que vamos, que son un verdadero tesoro y fuente de un crecimiento hacia un lugar que de otro modo hubiera sido imposible sin renunciar a ciertos principios esenciales. Todo esto aceptando que mi rebeldía ante las estructuras rígidas y ancladas en el tiempo que a veces llaman tradición, eran para para mí un “lugar” de frustración y continuo desencuentro con lo que yo entiendo que es la vida y el arte. Siendo un proceso maravilloso no estuvo exento de numerosas crisis y de un cierto “exilio” de personas, entidades, festivales y puntos referentes de la cultura o de lo que ellos entienden por cultura.
Si hay dos espejos en los que me he mirado siempre y espero que reflejado, son Charlie Haden y Jimmy Garrison. Ellos representan ese diálogo entre la libertad y la belleza con la que me siento tan identificado. Libertad y Belleza, dos realidades profundas que dialogan y coexisten a veces en un equilibrio difícil que exige honestidad y un trabajo continuo de escucha de la vida tanto interior como exterior. De estas exploraciones vitales y artísticas entre esos dos insondables polos, hay una palabra que me define de manera clara… “Híbrido”.
Por muchos años sentí una secura y una gran inseguridad en mi capacidad para componer música, mejor dicho, para componer mi música. Era incapaz de desarrollar una idea que representara mínimamente lo que era, lo que sentía, lo que vivía, lo que pensaba…Quizá no era consciente del enorme árbol y con profundas raíces que estaba plantando. Sin saberlo, todo ese desarrollo de mi escucha, de mi relación con músicos-as tremendamente comprometidos con el ahora, con procesos de creación increíblemente exigentes con el momento, con un sentido comunitario de la responsabilidad hacia la libertad, me estaba dotando de una capacidad creativa que sólo necesitaba manifestarse en el momento y lugar correcto.
Y el lugar y el momento llegaron. En febrero de 2022 hice un viaje soñado a Nueva York con mi hijo. Después de una cena con dos amigos músicos, Tomas Fujiwara y Mary Halvorson, miré para mi hijo y le dije: “Voy a grabar mi próximo disco en Nueva York en un estudio potente y con músicos que vivan aquí”. Me encantan esos momentos reveladores, cuando todo se coloca en su lugar, donde las dudas siguen, pero abren las ventanas para que entren las certezas…y ese habitar en esas certezas rotundas fue el punto de ignición que ahora culmina con este disco. Cuando ese momento se revela, cruzo el mundo por amor.
No sé por qué mis discos siempre están relacionados con momentos de cambios fuertes en mi vida. No sé si es ese el motor que me mueve, la necesidad de registrar profundas experiencias en forma de música. Todo el material, que eran ideas o bocetos, se fue configurando y concretando en composiciones. Toda mi exploración musical, fundamentalmente rítmica, e inspirada en esa amistad y en las Nebulosas Planetarias fue tomando forma y vida. Hay una frase de Duke Ellington que creo que ilumina este proceso: “I don’t need time, I need a deadline”.
Finalmente, el proceso y momento de la grabación. Todo fue rodado. Una vez apareció el motivo, la razón y el “deadline”, envié las partituras a los músicos, hicimos una videollamada en agosto de 2022 y nos citamos para octubre en Nueva York. El día 2 de octubre de 21 a 24 hrs. montamos, probamos sonido y ensayamos. El día 3 de octubre llegamos al estudio a las 12 de la mañana y salimos a las 10 de la noche con el disco grabado. No hicimos más de dos tomas de ningún tema. Era un material extenso y complejo, pero estábamos en el lugar correcto con las personas y músicos perfectos…lo que siempre había soñado y por lo que tanto he trabajado. Mi confianza estaba preparada para emerger de la debilidad y la fragilidad…que son grandes fortalezas.
AR: 01:27:35.41 DEC: +31:00:08.2 |
L 1 3 L L S S L 1 2 L L S S L 1 1 L L S S L S S L S L S S 1 – 1 S |
***Coordenadas (regalo de Rebeca) transformadas en melodía rítmica que aparece en varias composiciones y momentos del disco.
El disco contiene cuatro composiciones, con diferentes tiempos y procesos de creación, cuatro composiciones rítmicas para pandeiro y dos improvisaciones. El material grabado es más extenso, pero así quedo configurado finalmente. Los títulos tienen relación con el trabajo desarrollado por Rebeca Galera.
1.- “Green Fireflies”: Este tema, que lleva el título del disco, tiene su origen en el Groove principal que es una idea que llevo cantando y tocando hace al menos cinco años. Junto con esta idea melódica/rítmica, hay otras dos melodías cortas que la complementan y contrastan. Siempre me ha gustado superponer melodías tonales con otro material melódico atonal. Esa mistura se desarrolla en la parte final del tema con una melodía que recoge los motivos esenciales de la primera parte y los extiende teniendo en cuenta esa “relación tonal/atonal, con la creación de un espacio rítmico más estático y repetitivo, que se da en el bajo, y otra sensación espacial más abierta y dinámica, que se da en la melodía del vibráfono y el trombón. Adoro esa sensación de ingravidez que se genera. Destacar también de este tema que yo nunca compongo métricamente. Con el paso de los años, del trabajo y de la práctica he conseguido cantar y generar melodías que suenan orgánicas sin pensar su longitud no métrica. Luego de interiorizarlas y poder modelarlas las analizo y son lo que son, en este caso con una duración de 13 pulsos.
2.- “Sreu”: Esta es una composición que tiene algunos años y solo esperaba el momento de ser tocada y grabada en el lugar y por los músicos correctos. Toda la primera parte es una melodía que broto de mi ser al leer un poema del Padre Anchieta “Em Deus, meu Criador”. Las melodías, tanto del contrabajo, como del vibráfono y la voz, son simples en sí mismas, pero al relacionarlas y superponerlas, tienen ese toque de “pimienta” rítmica que tanto me gusta. Soy así, que le vamos a hacer. Puedes sentirlas en 3 o en 4 con matices de espacio y relación diferentes. Lo complejo del tema es tocarlas una y otra vez, hasta el infinito, con esa sensación meditativa de quietud, contemplación y consumación. De abrazo final. El título es un vocablo indoeuropeo Sreu, que según Olivier Messiaen, es el origen de nuestra palabra ritmo. Sreu, dice Messiaen, es el mecer de las olas, de las mareas, con su pulso, su tiempo, su cadencia, su densidad y su bravura. Que cosa más hermosa…si, eso es exactamente lo que yo creo y siento que es el ritmo. La idea original de esta composición está dedicada a un amigo, a una familia…la de Dani.
3.- “Gran nube de Magallanes”: Siempre me fascinaron esas melodías al unísono que dejaron como legado, como tesoro, Ornette Coleman y Don Cherry. Esta idea se presenta con el unísono inicial. La composición está concebida con melodías/grooves compuestos con el contrabajo. Inicialmente fue un estudio melódico/interválico técnico. El gran reto de este tema eran las transiciones y la conexión entre las diferentes melodías/grooves. En la parte final (Rap) la batería interpreta claramente la melodía rítmica que deriva de las coordenadas arriba expuestas.
4.- “Andrómeda”: Inicialmente, la línea de bajo de este tema es de otra de mis composiciones, “Translate” grabada en el disco “Both sides of the Coin”. La melodía final fue compuesta años después y me parece una combinación perfecta, un buen “maridaje” que me apetecía mucho dejar registrado en este disco. La improvisación colectiva va tomando forma, pulso, groove y desemboca en el unísono final sobre esa línea de bajo que tanto me gusta y representa para mí, un cambio de paradigma artístico y vital después del SIM del 2007 en Brooklyn, NY.
Desde que el 7 de abril de 2021 tuve esa maravillosa REVELACIÓN que hizo emerger de mi ese amor, esa pasión por el pandeiro pasó un año y medio de estudio, de práctica, de pesquisa, hasta el momento que grabé en disco en NY y dejé registrados algunos panderos en las composiciones y en las improvisaciones (GCM2, GCM4) pasó un año y medio, tiempo más que escaso para afrontar el estudio y desarrollo de ningún instrumento, pero ahí está el resultado del que me siento más que orgulloso y satisfecho sabiendo que todavía y siempre estoy en una fase clara de aprendizaje, de ser siempre aprendiz (…a beleza de ser um eterno aprendiz. Gonzaguinha)
Algunos meses después grabé en Madrid esos pequeños interludios que aparecen durante el disco. Algunos de ellos, Natal y un fragmento casi final del tema “Gran nube de Magallanes”, han sido compuestos y desarrollados con la inestimable participación de mis alumnos-as de la Escuela de Música de La Laguna en un ejercicio rítmico a partir de las fechas de nacimiento de cada uno-a. El interludio titulado “Saudade” son las mismas coordenadas “rítmicas” de Rebeca, que aparecen en otros momentos y composiciones.
El tema que abre el disco, “3ángulo”, nace de un trabajo rítmico/aleatorio de mi amigo, músico y productor del disco, Manolo Rodríguez. En una jornada de trabajo en la edición y producción del disco me puso en su estudio la idea sobre la que estaba trabajando y lo vi claro…más bien lo escuché claro. Enamorado siempre de su tímbrica y su sensibilidad rítmica le dije que si podía meter un pandeiro sobre esa su idea. Al ser aleatoria e imposible de repetir, cortamos en un punto y me envió el archivo. Ni que decir tiene que tuve que aprenderme, transcribir, todos esos bombos, esos cientos de bombos que suenan cual cascada rítmica, y voilà!
Compositor. Investigador.
Profesor de la ULL
Ocasionalmente la fortuna nos premia rompiendo la monotonía a la cual nos somete la industria del entretenimiento, cuyo afán de recaudación pecuniaria aboga por la homogeneidad de una oferta cada vez más conformista y menos arriesgada.
Cuando la novedad trasciende la mera especulación o una torpe sorpresa se transforma en descubrimiento, en la invitación a un camino no recorrido que nos lleva por regiones -en el caso de la música- sonoras inexploradas y la creación o recreación de emociones que aquellas inducen.
La forma en la que Carlos Costa se apropia de materiales en bruto, cuyos orígenes podríamos identificar vagamente en Sudamérica, EEUU, o África subsahariana, la manera en que los moldea y evoluciona para sus fines estéticos, y como los integra en su discurso musical, evidencian una madurez poco frecuente, que sólo algunos espíritus puros y nobles, desprejuiciados y honestos consiguen.
Cada pieza posee una direccionalidad envidiable, considerando la variedad de texturas, fuentes sonoras, o ritmos complejos que suelen esbozar. Consigue atraer sin lugares comunes, despertar sin falsas pretensiones, y conmover sin reñirse con la novedad y sofisticación.
En su concepto global puedo destacar esos magníficos interludios de su nuevo gran amor instrumental. Por otra parte, debe subrayarse que en esta definición de su espacio musical personal no ha caído en la tentación del paraguas del colonialismo cultural ni de neo-folklorismos, y sin embargo se descubre un territorio: el de su imaginación sonora.
Auguramos un camino de crecimiento para el autor y -con la bendición de Dios- de sus oyentes.
Artista.
Sé de la fijación de Carlos Costa por la puerta de Gorèe - ambos la conocemos físicamente - y sabemos que sentimientos afloran <afloraban> ante la presencia de la misma: en ella se pasa <pasaron> de la felicidad al desgarro.
Sigo creyendo que en la música de Carlos Costa hay mucho de esa puerta y sus consecuencias. A modo de vórtice, Carlos es capaz de ponerse al otro lado de la Puerta y girar los sentimientos, pasando del sufrimiento a la felicidad, más exactamente, al goce bíblico. Él, nos habla - en esta música - de voces lejanas, ecos de mujer, celebraciones y plegarias, ritmos del continente, ruidos, timbres y sonidos que llegan de diferentes lugares y latitudes, creando una música que celebra la vida con MAYÚSCULA, nunca en minúscula.
Escritor.
Con Carlos Costa: Galáxias y tambourines.
esa arena, ese ritmo, la soledad que espera, que duerme o recibe lo que tiene, lo que calla, esta arena, ese ritmo que sale detrás de la voz para brotar del pandeiro ¿o era de un roulèr y un kayanm, un canto maloya? ¿Danyèl Waro?, o era más jazz, más fado, como cuando oías entre las montañas de Erjos el encuentro de Duke Ellington y Amália Rodrigues, este ritmo que adviene de una larga espera, ritmo que reitera el nombre impronunciable, esa nube donde ella se refugia con sus números y anotaciones al calor de la piedra, entre latidos, esto que repites y repites hasta que el pensamiento se disuelva en lágrimas, este rumor de la tierra y el barro, de los escombros de la gran ciudad (duraciones, ese perro que aúlla bajo las ruedas), pero no es tiempo de posesión sino de escucha, lo otro que guardas y traes a la memoria, lo que había de oculto en ti Green Fireflies, Carlos, el menudeo de palabras y el susurro de una madre o de una amante entre lenguas y malas lenguas como la piedra de fuego que quebró el diente del tiburón, eso, este sol blanco, este suelo, este cielo de Magallanes, esta luz verde que viaja y deja de ser porque ya sabe que el amor no se amontona, siquiera en el llanto, y que como pájaro calla para que tus manos sientan otra vez la piel, ese ritmo, este tambor, el vértigo que dejó de ser un comienzo para estar ahí, para recordar que todo se dilata y deja de ser, começo aquí e meço aquí este começo e reomeço e remeço e arremesso e aquí me meço, galáxias, otra memoria, otro ajedrez de estrellas, Haroldo de Campos quizás, muerto ya como los dioses o ese ritmo que improvisas y vuelve al país natal, sin fábula, sin puerto, y que dura y sigue: recuerdo borrado en el umbral de la criatura que se enreda cuando todo va a ser desierto, lo que atrae o jadea como el roce final de los cuerpos a punto de despojarse de sí en el patio seco ¿recuerdas lo que guardan las escrituras? Life is short but God is long, tambourines, esa alabanza disuelve el pensamiento, no dura más o es ya más extensa y más larga como tu Dios, en otro cielo entre pandeiros, los nombres y los cantos, ¿Ibrahima Sarr, Luisa Machado?, ¿Rebeca Galera Rosillo, sus luminarias?, voces y sones, ciudades y aldeas, la espera, esta entrega, este amor lejos de ti para que vuelva a escuchar más, esa arena que sale de la noche o de la luz Green Fireflies: luciérnaga verde para afirmar otra forma que ser eso, ese jazz que aparece huérfano y sangra, solloza-solloza-solloza para los hijos de las islas, para el hijastro, o sigues ahí, ¿en Río?, ¿convencido y absorto en tu The Bunker Studio Brooklyn NY?, ¿o callejeas por La laguna, a tu ritmo, solo, una vez más?, ¿o es que viste al perro mientras meaba en el umbral, mientras latían otras estrellas, las del amor, las de la muerte?, ¿qué pacto anunciaba su ladrido, qué resurrección? Cantos de sombra o batouque, quand le monde será nu et roux comme une matrice calcinée par les grands soleils de l’amour, batucada, sí, Césaire, lo que escuchaste en tu isla de otros esclavos del sur, ese ritmo, esta batucada que aparecerá cuando el mundo esté desnudo y rojo como una matriz calcinada por los grandes soles del amor ¿o es la comunión de los que están y no están, el ritmo-ritmo-ritmo que crece como hierba mientras la mano repite y disuelve el pensamiento con su santo decir sí?, ¿esto que dice Langston Hughes?, ¿acaso es tu destino? Tambourines! Tambourines! Tambourines to the glory of God!, panderos, panderos, panderos para gloria de Dios que vuelven, ¿hacia atrás?, ¿qué recuerdas, qué anticipas? ¿o es una confesión africana lo que improvisas y que, sin embargo, teje tu espera como la luciérnaga verde que suena de una forma inesperada, como un rezo?.
*** La cita en portugués pertence al comienzo de libro del brasileño Haroldo de Campos, de su ensayo creador Galáxias.
Batouque, en francés, pertenece a uno de los escritores fundadores de la poesía de la negritude, el martiniqués Aimé Césaire, que es también uno de los grandes poetas franceses del siglo XX.
Tambourines, en inglés, es del nortemaricano Langston Hughes, poetas negros del Renacimiento de Harlem.